Bajo Su dirección viajarás ligero de equipaje y sin contratiempos, pues Él siempre tiene puestas Sus miras en el final de la jornada, que es Su objetivo. El Hijo de Dios no es un viajero por mundos externos. No importa cuán santa pueda volverse su percepción, ningún mundo externo a Él contiene su herencia. Dentro de sí mismo no tiene necesidades de ninguna clase, pues la Luz solo necesita brillar en paz para dejar que desde sí misma sus rayos se extiendan quedamente hasta el infinito.
Un Curso de Milagros- Capítulo 13, VII-13,4
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