El despertar es como un estornudo.
A veces sientes ganas de estornudar,
parece que va a producirse el estornudo,
incluso intentas que se produzca,
pero en el fondo sabes muy bien que
no se va a producir por mucho que te esfuerces.
Pero cuando viene el estornudo de forma natural,
es imparable, no haces nada,
a veces quizá finges que haces,
y llegado un punto sabes que
no hay vuelta atrás,
no hay marcha atrás,
es inevitable.
Entonces, ni siquiera estornudas,
no hay alguien que estornude:
sucede el estornudo.
Y nada ha sucedido,
nada ha cambiado,
porque nada puede cambiar,
porque nada no puede cambiar.
A veces sientes ganas de estornudar,
parece que va a producirse el estornudo,
incluso intentas que se produzca,
pero en el fondo sabes muy bien que
no se va a producir por mucho que te esfuerces.
Pero cuando viene el estornudo de forma natural,
es imparable, no haces nada,
a veces quizá finges que haces,
y llegado un punto sabes que
no hay vuelta atrás,
no hay marcha atrás,
es inevitable.
Entonces, ni siquiera estornudas,
no hay alguien que estornude:
sucede el estornudo.
Y nada ha sucedido,
nada ha cambiado,
porque nada puede cambiar,
porque nada no puede cambiar.
Ferran
pues nada a despertar naturalmente con un sonoro estornudo de nada.
Un Abrazo.