El otro día visité a un viejo amigo, a su lugar de trabajo. Hacía casi dos años que no lo veía ni había hablado con él. Después de los saludos iniciales me soltó a quemarropa: " ¿Qué haces? ¿Trabajas? ¿Sigues con esta chica viviendo en su casa?¿ Estás cobrando del paro?", y mientras me lanzaba estos cuatro torpedos a mi linea de flotación, sentí un escalofrío de culpabilidad, que me recorría de abajo hacia arriba toda la médula mientras mis ojos vidriosos se cristalizaban bajo su mirada escrutadora...
Todos los registros, las memorias de patrones inconscientes( los cuales yo daba ya por agonizantes, por cierto), saltaron al escenario plenos de vitalidad y burlonamente descarados.
Casi balbuceando, atiné con responderle evasivamente, mientras mis juicios bailaban claqué en mi atormentada mente, wow!
La devastación subsiguiente me hizo reflexionar sobre lo sucedido
Pude ver el inestimable valor, y la gran necesidad que tengo, de aplicar el entrenamiento mental del Curso.
El Curso lo llama "transferencia". La capacidad de aplicar el perdón a toda situación, la capacidad de generalizar estas lecciones allá donde esté.
¡ Soy un Maestro de Dios, no tengo que agachar la cabeza ante nada ni nadie!
Mientras siga percibiéndome como un cuerpo, en un mundo de cuerpos, que vive en un mundo donde la separación es posible, e ideas como la culpabilidad, o la ira, o la enfermedad parezcan ser posibles, mi única decisión cuerda pasa por pedir ayuda, por quedarme quieto y permitir que estas ideas sean deshechas al asumir total responsabilidad por ellas.
Represento una alternativa atemporal en un mundo caótico.
Siempre estoy equivocado como ser humano.
Este sueño no es real, y mi realidad es inmune al tiempo y a la muerte.
Al despedirnos insistí para quedar a almorzar en unos días. Gracias amigo por aceptar ser testigo del Milagro de la sanación de mi mente. Gracias de todo corazón. Te amo.
Gracias por tu sinceridad y tu valentía.
Un abrazo.